“Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. –El mundo es eso –reveló–. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.”
Eduardo Galeano (2010)
Estos supuestos sobre “lo que es evaluar”, que con ironía muestra el video, impregnan la mirada de la escuela y de las prácticas docentes como dispositivo de reproducción.
Bart está a punto de repetir el grado y todo depende de un examen… ¿qué pasará?
Es fundamental que reconozcamos que evaluar también es un proceso de retroalimentación y de reflexión. Tanto de nuestros estudiantes como de nosotros, los docentes.
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